Adiós a la zona de confort

Que estamos transitando un momento atípico, movilizante y transformador, no hay dudas. Nadie se vio venir esta pandemia que puso en jaque todos nuestros planes. ¿Quién se hubiera imaginado limpiando y desinfectando cada ítem comprado en el supermercado, caminando con barbijo por la calle, aislado por completo sin poder abrazar a los seres queridos o conviviendo 24×7 con su familia en medio de una rutina laboral? Nadie. Sin embargo, si de algo estoy segura, es de que vamos a poder convertir esta nueva realidad en positivo.

En varias ocasiones, desde las áreas de RRHH trabajamos en propuestas para aprender cómo salir de la zona de confort. Es muy común escuchar que colaboradores nos manifiestan que sienten que llegaron a su punto máximo o simplemente, que sienten que no pueden aprender más.

Hay algo muy positivo en este enfoque, ya que en general cuando los colaboradores piden eso es porque han logrado desarrollar habilidades valiosas, tales como: el know how del puesto, ser referentes en sus áreas, conocer casi de memoria las situaciones problemáticas que les plantean pares, jefes o clientes internos. Y es ahí, que casi sin poner en acción la escucha activa, responden, resuelven y tienen esa sensación de moverse “como pez en el agua”.

Ahora bien, ¿qué hacemos con todo esto? ¿Les aconsejamos seguir en la comodidad de un terreno bien conocido o los empoderamos para que den ese “salto” y continuen creciendo? Si bien esta pregunta no tiene respuestas correctas, me permito ir un poco mas allá. 

En lo personal, siempre me ocupé por correrme (al menos unos centímetros)  de esa comodidad y como práctica recomendaba -y aun suelo hacerlo- algo que a mí me era funcional:

Todos los años agregaba a mis objetivos personales y profesionales 1 o 2 más, que requirieran un esfuerzo extra para mi o inclusive que hicieran que me pregunte una y otra vez ¿para qué me metí en ésto? Con el solo fin de seguir aprendiendo. Para dar algunos ejemplos mas concretos, estos objetivos podían ir desde: hacer ejercicio físico frecuentemente, como tener más grado de exposición con la gerencia general o liderar un proyecto sobre un tema que tenia total desconocimiento o inclusive no me gustaba.

Si bien reconozco que era “doloroso”, también me generaba una gran satisfacción cuando obtenía un buen resultado. Sobre todo, conseguía un aprendizaje incalculable, que de otro modo no hubiese sido posible. Animarse a más siempre trae ganancias.

Es por eso, que más allá de este simple ejemplo, pienso que esta situación particular que estamos viviendo, nos empujó a salir de todas aquellas comodidades que teníamos. Tuvimos que re-pensar todos y cada uno de nuestros pasos. En lo laboral, el desafío de lograr seguir conectándonos de manera eficiente con el equipo, seguir reconociendo los logros, continuar manteniendo la productividad y ajustar aquello que no sale tan bien. Cada uno está poniendo un gran esfuerzo para reinvertarse, ser creativo y nuevamente acomodarse a diferentes hábitos. Duele, pero creo que todo este proceso, vino para dejarnos muchos aprendizajes, esos que muchas veces buscamos intencionalmente, y que esta vez vinieron sin pedir permiso.

Como cierre, me gustaría dejar un pedido especial: alentá a los que tenés al lado para ser más flexibles, para animarse a aprender algo nuevo, para ir por aquello (aunque sea algo simple) que pensaron que no podían o no sabían hacer. Es muy gratificante el resultado =)